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Reino de España - Contenido web acerca de Laura garcia Caro
La primera atleta rompió el récord de España y subió al podio, mientras que la marchadora dejó escapar la medalla en el último metro.
Las medallas llegaron tarde para España.
En la última final de la jornada, los 5.
000 metros, una fuerte e inteligente arrancada le permitió obtener un bronce en la última recta, cuando iba en quinta posición y parecía fuera del podio.
Sacó energías de los residuos de su organismo y del fondo de su mente para obtener una preciosa recompensa y, como premio adicional, el récord de España.
Sus 14:44.
04 borraron los 14:44.
95 de 1996.
Fue un chute de optimismo después del jarro de agua helada en una tarde sudorosa, en la primera final del día.
Agua no refrescante, sino ardiente en la metáfora de un fuego que consume el ánimo después de haberlo estimulado.
Con una inmensa decepción, por epílogo, por sorprendente, por aplastante, para España se resolvió la prueba femenina de los 20 km marcha.
Ya había llegado en primer lugar.
Tras ella, otra italiana.
Caminaba en tercera posición.
Iba muy jubilosa, pero también muy justa.
En esa nublada mezcla de alegría y fatiga, ambas distorsionadoras de la realidad, no reparó en que, a su estela, forzaba el paso la ucraniana.
Envuelta en la bandera nacional, Laura, desencajada pero sonriente, se aprestaba a cruzar la meta.
Levantó, triunfal, el brazo.
Entonces, de reojo, en la turbiedad de su cansancio, vio cómo, a su derecha, una mancha azul y amarilla se le adelantaba.
El rictus de alegría mutó en mueca de angustia.
Trató de reaccionar.
Pero era demasiado tarde y ella estaba demasiado exhausta.
Terminó cuarta con el mismo tiempo (1:28.
48) que la ucraniana.
Fue sexta y novena.
Las medallas llegaron tarde para España.
La marcha, la fiel, la leal, la generosa, la bendita, la discutida y, para muchos, la maltratada marcha no llegó a abrir para nosotros el camino de un medallero que podría augurar, aunque no asegurar, numerosas satisfacciones.
Palmisano, la campeona olímpica, dominó la escena de punta a cabo; primero encabezando un pequeño y selecto pelotón y, más tarde, acelerando progresivamente hasta alejarse del todo de quienes, resignadas, se entregaron a su propio devenir.
En realidad, hubo dos pruebas.
Una individual con Palmisano.
Otra, la de ese grupo selecto que libraba su propia lucha.
Caía la tarde, con todavía más sol, que se encogía, que sombras, que se alargaban.
Palmisano, segura, decidida, extremadamente técnica, con la regularidad de un metrónomo, seguía poniendo metros y segundos entre ella y las demás.
A falta de dos kilómetros, el grupo se deshizo en la viscosa calima como un azucarillo.
De él, ya saben, emergieron Trapletti, García-Caro y Olyanovska.
Y ya conocen qué sucedió.
Esto no ha hecho más que empezar, pero podría haber comenzado mejor.
Una buena noticia.
Confirmó, en la calificación del triple salto, su condición de máxima candidata al oro.
Se pedían 14,10 para acceder a la final del domingo.
Realizó un único intento con 14,21.
Sonrió, se abrazó con su entrenador y, relajada, abandonó la pista.
También accedió a la final de longitud.
Sorpresa.
El flamante plusmarquista mundial del lanzamiento de disco, el lituano (74,35), sólo fue tercero (67,48).
El oro, para el esloveno (68,08).
La plata para el austriaco (67,70).
¡Ridículo hace esta chica! Para otra vez que busque la foto para Instagram después de la línea de meta.