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Claro, aquí tienes una versión parafraseada y con más detalle del texto:El equipo más sureño del ascenso profesional inglés es conocido como el 'Ejército verde', y sus hinchas son considerados el verdadero jugador número 12.
Tanto es así que cuando la voz del estadio enumera la alineación de 'Los Peregrinos' (en inglés, 'Pilgrims'), también se toma un momento para los hinchas.
El Home Park, un estadio con capacidad para más de 18 mil espectadores, se transforma en un solo grito, en un rugido.
El equipo verde, que esta temporada busca el ascenso a la Championship desde la League One, estuvo muy cerca de hacer historia en Stamford Bridge, la casa del vigente campeón de Europa.
Un gol de Macaulay Gillesphey (su primero en el club) les dio la ventaja parcial en el partido.
Poco antes del final, el español César Azpilicueta igualó para los Blues.
Otro futbolista de La Roja, Marcos Alonso, puso el 2-1 final.
Un tercer jugador ibérico, Kepa Arrizabalaga, impidió el empate 2-2 al contener un penal ejecutado por Ryan Hardie.
'Hubiera sido histórico', dijo Gillesphey, citado por la página oficial del club.
El entrenador, Steven Schumacher, pudo haber sentido algo parecido: hace apenas cuatro años dirigía a los Sub-11 de Everton.
Este sábado se enfrentó al alemán, el entrenador campeón de Europa que, como él, también comenzó en la profesión con juveniles: en la Sub-19 de Mainz (Alemania).
'Siendo un entrenador joven, me fijo en gente como Tuchel, por el camino que hizo y por el lugar del que proviene.
Viendo dónde está ahora es una prueba de que ese recorrido es posible', se entusiasmó Schumacher en la previa del partido con Chelsea.
En su décimo partido como entrenador principal de Plymouth, Schumacher estuvo muy cerca de llevar a penales al campeón de Europa.
Para alentar al equipo, el cine se iluminó de verde.
Algunos de la hinchada hicieron las cinco horas de peregrinaje hasta Londres en auto, tren o micro.
Muchos de ellos madrugaron para estar a las cuatro de la mañana en Home Park, el estadio, improvisada terminal de ómnibus.
Para muchos de los hinchas que hicieron el viaje a Londres se trató de una experiencia inolvidable, más allá de la eliminación final.
Enfrente estaba uno de los clubes más poderosos del fútbol inglés.
'Somos Plymouth Argyle y estuvimos fantásticos.
Estoy orgulloso', dijo un hincha de unos 60 años entrevistado por el diario local Plymouth Live.
Y añadió: 'El ambiente en el estadio estuvo espectacular adentro y afuera.
No creo que la gente de Chelsea estuviera preparada para la invasión de hinchas que recibieron', se enorgulleció.
Al ser consultado sobre la emoción cuando Plymouth anotó el primer gol, el hincha resumió sus sentimientos: 'Éxtasis.
Amo a mi mujer, pero ese gol se sintió aún mejor'.
Hace diez años, el club estuvo a punto de quebrar por deudas.
Hace ocho, se salvó del descenso a la quinta división en la última fecha.
El año pasado, mientras las finanzas de todos sus rivales del ascenso terminaron en rojo furioso por la pandemia del coronavirus, el club de Plymouth concluyó en azul, con superávit y pese a haber disputado la mayoría de sus partidos a puertas cerradas.
¿La razón? Imaginen a Independiente o San Lorenzo jugando contra Muñiz, de la primera D, la quinta categoría del fútbol argentino, y debiendo anotar un gol en tiempo suplementario para evitar una derrota histórica.
Lo que ocurrió en Inglaterra este sábado por la cuarta ronda de la FA Cup supera este escenario, porque entre el humildísimo y el poderoso hay seis categorías de diferencia.
Y 113 posiciones en la pirámide del fútbol inglés.
Así y todo, los modestos se imponían por 1-0 en el minuto 90.
Ya en tiempo agregado llegó el empate de los londinenses, que debieron esperar hasta el final del alargue para respirar y conseguir el 2-1 que evitó la catástrofe.
Y, también, un triunfo histórico para los dueños de casa.
El equipo de la ciudad representaba a todos los clubes que juegan por fuera de las ligas profesionales.
Era el club del fútbol humilde, el de los trabajadores de la pelota.
La BBC montó un escenario en las tribunas del estadio de Aggborough, el mismo que el club usa desde el año de su fundación, en 1886.
La transmisión en directo del encuentro le reportó una suma cercana a los 200 mil dólares, casi la mitad de su presupuesto anual.
Los sponsors especiales llevaron esa cifra hasta los 300 mil billetes verdes.
¿A qué destinarán semejante cifra? A mejorar la iluminación del estadio e instalar un sistema de riego en el campo de entrenamiento.
Nada de contrataciones rimbombantes para ascender, sino obras de infraestructura.
Para tener una idea de las diferencias de billetera entre West Ham y Kidderminster, el diario The Guardian informó que el presupuesto anual del equipo humilde equivale al sueldo ¡mensual! del zaguero francés, uno de los referentes de la última línea del equipo en el que milita el argentino Manuel Lanzini (no jugó).
El equipo de los 'Alfombradores' (en inglés, 'Carpetmen') ya venía de dar un batacazo en la tercera ronda de la FA Cup tras vencer a Reading, equipo que milita en la Championship, antesala de la multimillonaria.
Había entre ellos 79 puestos de diferencia y, sin embargo, los humildes se repusieron de un gol en contra para imponerse por 2-1 y hacer historia.
El raid de Kidderminster en la FA Cup provocó un movimiento económico cercano al millón de dólares, una fortuna para una ciudad de 55 mil habitantes que vive a las sombras de otras metrópolis cercanas como Birmingham.
En las calles aledañas al estadio, un exzaguero del seleccionado inglés como Micah Richards hizo entrevistas a los hinchas y fue hasta rociado con cerveza por los simpatizantes locales.
Dentro de la cancha, un gigante del fútbol inglés como West Ham trabajó en el estudio montado por la BBC.
En las tribunas de Aggborough estuvo además el mítico cantante Robert Plant, voz de la banda Led Zeppelin.
A los 73 años, y devenido músico de country, Plant resguarda un lugar en su corazón para el equipo de su infancia.
Si bien es hincha fanático de Wolves (de la vecina Wolverhampton), el músico acude a Aggborough cada vez que puede.
Y escucha a la voz del estadio arengando a los suyos: 'Aggborough.
.
.
¡Hagamos ruido!'.
Ese es el espíritu de los clubes del ascenso inglés.
Una comunidad, más que un equipo de fútbol.
Tanto, que hace un par de años los simpatizantes de Kidderminster pusieron dinero de su propio bolsillo para reforzar el primer equipo.
La pandemia del coronavirus recién asomaba y en la institución suponían que sus efectos serían devastadores.
Usaron la plataforma Crowdfunder, y la iniciativa permanece abierta: juntaron casi 10 mil libras esterlinas (12.
457 dólares), aportados por 121 hinchas.
Otra imagen pinta de cuerpo entero a este club que estuvo a punto de hacer historia en la FA Cup.
('Hombros de los Harriers', en inglés).
Por allí suele andar tomándose una pinta de cerveza el entrenador del primer equipo, Russell Penn.
Exjugador del ascenso, conoce de memoria el espíritu de esos clubes que viven de pequeñas gestas como el partido de este sábado.
Después de cada encuentro, Penn suele repasar las mejores jugadas con los vitalicios del club.
Es probable que esta vez les haya contado su incredulidad al ver cómo anotó en soledad cuando al partido con West Ham le quedaban apenas segundos.
Penn movió la cabeza para un lado y para el otro, sin poder creerlo.
Su equipo estuvo muy cerca de la hazaña.