Durante una de las prácticas de la selección peruana en la Videna, Diego Penny y Paolo Guerrero hicieron una apuesta muy particular que se convirtió en una anécdota memorable.

En un ambiente relajado, típico de los entrenamientos de la 'bicolor', ambos jugadores decidieron apostar un carro en una competencia de penales.

Aunque sorprendente por la magnitud del premio, la apuesta reflejaba la camaradería y el espíritu competitivo de los deportistas de élite.

Diego Penny, conocido por su habilidad para atajar penales, demostró una vez más su destreza y venció a Paolo Guerrero en la competencia.

Esta victoria no solo consolidó su reputación como un arquero formidable en situaciones de uno contra uno, sino que también le otorgó una anécdota divertida y valiosa para compartir.

La apuesta con Guerrero subrayó la confianza que Penny tiene en sus habilidades, algo que sus compañeros y rivales han reconocido a lo largo de su carrera.

En el programa 'Enfocados', conducido por Jefferson Farfán y Roberto Guizasola, Penny relató esta historia, destacando no solo su habilidad en el campo de juego, sino también la relación amistosa y competitiva que mantiene con sus colegas.

La anécdota de la apuesta del carro es un testimonio de cómo los jugadores se motivan y desafían mutuamente, utilizando estas situaciones para mejorar sus habilidades y mantener el ambiente del equipo animado y competitivo.

A pesar de haber ganado la apuesta, Diego Penny nunca recibió el carro que Paolo Guerrero le debía.

En la entrevista con Farfán y Guizasola, Penny reveló con humor y cierta nostalgia que, a pesar de los años transcurridos, el vehículo sigue siendo una deuda pendiente.

Este detalle se ha convertido en un elemento recurrente en sus interacciones, utilizado tanto para bromear como para recordar la promesa no cumplida.

La falta de pago de Guerrero no ha sido motivo de resentimiento para Penny, sino más bien una fuente de diversión y un recordatorio de su victoria en una competencia amistosa.

Penny comentó que, en varias ocasiones, ha recordado a Guerrero sobre el carro, y la respuesta siempre ha sido una mezcla de risas y promesas de pago futuro.

Incluso sugirió, en tono jocoso, que se conformaría con que le prestara uno de sus muchos autos por una semana, evidenciando la buena relación y el respeto mutuo entre ambos.

El hecho de que esta anécdota siga viva y sea motivo de conversación refleja la camaradería y el espíritu lúdico que prevalece entre los futbolistas.

A través de esta historia, Penny no solo destaca su habilidad y confianza en el campo de juego, sino también su capacidad para mantener una relación amistosa y de respeto con uno de los grandes ídolos del fútbol peruano, como lo es Paolo Guerrero.

La deuda del carro, más que un asunto serio, es una muestra de la dinámica de amistad y competencia que enriquece la vida de los deportistas.