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Colombia - Contenido web acerca de San Antonio de Padua
su amor a la palabra de Dios, con gran énfasis en el silencio, la meditación y la oración, y la extraordinaria fuerza de su predicación siempre en favor de los pobres.
Es un poco un misterio: de santos 'simpáticos' y cercanos a la gente hay muchos.
Creo que San Antonio conquista a tanta gente porque sabe acoger y escuchar a todos, sin excluir a nadie.
Y porque transmite a todos la dimensión afectiva de la fe.
Es un pueblo universal: hay hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, ricos y pobres, enfermos y sanos, personas con alta cualificación o no.
No necesariamente creyentes, al contrario.
Los frailes que custodiamos la basílica vemos cómo todos se acercan realmente a su tumba porque su llamada no tiene barreras ni diferencias.
Sobre todo consuelo y apoyo.
San Antonio es un compañero de viaje, un amigo en el camino personal de cada uno de nosotros.
Muchos van a pedir su intercesión para problemas de salud, pidiendo curaciones, milagros, gracias.
En este sentido, las numerosas fotos exvoto expuestas cerca de la tumba son un testimonio poderoso y muestran el rostro universal de la Iglesia.
También es muy fuerte el agradecimiento por los dones recibidos.
No es magia ni superstición, sino que nos recuerda que nuestra vida de fe no puede ser solo pensamiento, sentimiento, buena intención, sino que es también entrar en una vida vivida, en una historia concreta.
Esta peregrinación continua nos ayuda a volver a motivarnos en nuestro camino de fe.
Cuando una persona se acerca al sepulcro a causa de una enfermedad, pide con razón la curación.
Pero el verdadero milagro, como ocurre también en Lourdes, es que en la oración se abren otros espacios.
El evangélico 'pedid y se os dará' está muy bien, pero no hay que olvidar que no necesariamente llega.
Lo que cuenta es encomendarse a Dios que está ahí, a nuestro lado, con nuestras heridas y fatigas y nunca nos abandona.
Meditaba mucho y hablaba con fuerza.
Antonio es el santo de la interioridad.
Nunca se preocupó por exhibirse o mostrar quién sabe qué.
'Ser y parecer en él van juntos.
Soy lo que parezco', le gustaba decir.
Aprendámoslo todos.
A ambos no les interesaba la exégesis ni la cultura en sí, sino que la voz del Señor, la llamada a la vocación, se reconociera en la palabra de Dios.
Hay un dicho profundamente acertado: 'que cesen las palabras y hablen las obras'.
Lo es en la medida en que sabe generar vínculos.
Los que caminan detrás de la estatua son una comunidad eclesial que se encuentra y se reconoce en la fe en Dios por intercesión de San Antonio, y siempre en la medida en que se apoya en la mediación, aunque no se comprenda del todo.
En el manifiesto del mes de junio antoniano, se ve al santo frente al tirano pidiéndole que renuncie a la violencia: no lo consigue, pero su valor para expresar razones de peso en favor de la paz es prodigioso.
Es un poco como el Papa que incesantemente, en cada ocasión, invoca la paz, pero parece no ser escuchado.
Antonio nos enseña a no cejar en nuestro empeño y a promover una paz que, en primer lugar, debe brotar de nuestros corazones y de nuestra vida cotidiana.
Todos estamos llamados a la conversión.
La paz en el mundo depende de los poderosos de la tierra, pero también de nuestro compromiso personal.
La paz es el deseo de que nadie se sienta nunca tan lejos de Dios que no pueda recomenzar, ni siquiera recuperarse después de las caídas causadas, en primer lugar, por nuestros pecados.
Mientras que la bondad significa buscar relaciones hermosas, tal vez sencillas pero auténticas, las únicas que valen la pena en la vida.