¿Qué me había fascinado de la evolución de Sylvie? Para mí, la respuesta fue poder verla más humana sin perder su picardía e inteligencia.

En la cuarta temporada vemos detalles como cuando le hace una broma a Emily en su vuelo a Chicago para Navidad o cómo lleva de compras a Genevieve (la hija de su esposo) cuando se entera que la dejó sola.

Sin más, vamos viendo cómo su personaje comienza a desarrollarse en temas personales sin perder esa chispa francesa que la caracteriza.

Más adelante, también la vemos tomando y buscando oportunidades de negocios.

Aunque eso conlleva ciertas repercusiones para la vida personal de Emily, la Sylvie de esta nueva temporada no tiene miedo a admitir cuando se equivoca.

Eso, queridas lectoras, es más difícil de lo que nos gustaría admitir en los contextos laborales.

A menudo atestiguo cómo hay ecosistemas laborales más complejos que otros para las mujeres.

Sin embargo, en conversaciones con amigas en otras industrias, es difícil ceder ante la idea de la vulnerabilidad, especialmente cuando nosotras estamos luchando por un lugar en la mesa.

Es por eso que me encanta ver personajes como los de Sylvie, que no le tienen miedo a ser quienes son, en el contexto que sea.

Se ha anunciado una nueva temporada de la serie, pero yo solo puedo preguntarme: ¿Y para cuándo el de Sylvie? Mucho se ha hablado de la duración y aventuras de la protagonista.

Incluso yo he cuestionado cuánto más drama necesitamos (o queremos) de ella y algunos personajes.

Pero, sin duda, la audiencia ha hablado y ha declarado como una de las favoritas a Sylvie.

¿Será que ya tenemos suficiente de Emily in Paris o nos da para conversar (y quizá escribir) un poco más?